Una singularidad exótica en tierras castellanas.
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Claustro de San Juan de Duero. |
Soria, esa ciudad castellana con fama de fría y en la que el tiempo discurre lentamente posee varios atractivos por los que bien merece la pena visitarla. Buena gastronomía, magníficos paisajes -algunos con mucho romanticismo como es la ermita de san Saturio, a orillas del río
Duero-, monumentos relevantes como el claustro de
San Juan de Duero o la iglesia de
Santo Domingo, pero, sobre todo, una gente amable y orgullosa de su ciudad que te recibirá con los brazos abiertos. Aun con todo este material sobre el que escribir, en este artículo nos vamos a centrar en el
Monasterio de San Juan de Duero, cuyo claustro merece por sí solo recorrer muchos kilómetros para contemplarlo. El camino a
Soria habrá merecido la pena.
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El claustro de San Juan de Duero es una de las joyas de Soria. |
Cuando uno entra en el claustro de
San Juan de Duero, y se enfrenta ante la arcada desnuda que forma el recinto, a poco sensible que sea uno con el arte, descubrirá que se halla en un lugar especial, muy especial. Al recorrer con la mirada los arcos, y columnas sobre los que se asientan, uno se admira de la habilidad de sus autores para combinar trazos tan diferentes y variados, pero al mismo tiempo formar un conjunto muy armónico. Así se puede describir el claustro de
San Juan de Duero, una miscelánea de trazados arquitectónicos variados que forman una pieza única.
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Capitel del monasterio de San Juan de Duero. |
No pretendemos, ni mucho menos, hacer aquí una descripción de la tipología de arcos utilizados. Ni siquiera nos preocuparemos de la procedencia de algunos de los trazados. Solo diremos que el conjunto resulta un tanto exótico y, en algunos momentos, muy alejado de la estética románica imperante en la época en la que se construyó. Bello, exótico e ingenioso como por ejemplo en la arcada sin columna que queda sostenida asombrosamente en el aire.
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Vista general del claustro de San Juan de Duero, en Soria. |
El monasterio, levantado a orillas del río
Duero, fue construido entre los siglos XII y XIII. Del edificio, patrocinado por los caballeros de la orden de
San Juan de Jerusalen, se conserva muy poco. Además de esa arcada que en su día formó una claustro completo, podemos visitar su coqueta iglesia en la que queremos destacar dos pequeños templetes a ambos lados del arranque de la nave. Los templetes se apoyan sobre pares de columnas en los que no hay que perder detalle de los capiteles tallados delicadamente.
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