Morada de monjes y caballeros.
Cuando uno llega a Sigüenza por donde llega casi todo el mundo, o sea, por la carretera que une la localidad con la autovía A-2, lo primero que descubre es la mole de su impresionante castillo. Pero la ciudad tenemos que verla desde el lado contrario, desde la serpenteante carretera que asciende por una ladera camino de Atienza. Es desde ese lugar desde donde el viajero obtendrá las mejores panorámicas y podrá percibir el sentido histórico de una ciudad que se construyó a mitad de camino entre lo guerrero y lo religioso. Castillo y catedral destacan entre el caserío rivalizando en majestuosidad sin que uno pueda decir si en esa lid de gallardía hay algún vencedor.
Una vez dentro del entramado urbano, recorriendo sus empinadas calles, infinidad de detalles trasladan al viajero a la Edad Media. Escudos, rejas, portadas, ventanales, iglesias, palacios... todo en Sigüenza nos retrotrae a esa época en la que monjes y caballeros andaban a sus anchas por estas mismas calles. Por eso esta ciudad merecería ocupar un lugar privilegiado en la Red de Ciudades y Villas Medievales de la que es miembro.
Plaza Mayor de Sigüenza, Guadalajara. |
Bello rincón del Castillo de Sigüenza. |
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