Iglesia de Santa María la Real de Aranda de Duero.

Un templo con cuatro naves.


Portada de Sta. Mª la Real de Aranda.
La mayoría de los pueblos y ciudades que pueblan la geografía de España y cuyos orígenes haya que buscarlos varios siglos atrás, tienen como edificio más emblemático un templo religioso, ya sea bajo la denominación de Catedral, Colegiata o simplemente Iglesia. La localidad burgalesa de Aranda de Duero no es una excepción. Más todavía, la Iglesia de Santa María la Real, a la que le dedicamos este artículo, es, con diferencia, la construcción arandina que posee un mayor interés arquitectónico. Tal es así que solo por conocer este monumento merece la pena visitar la capital de la Ribera.


Retablos barrocos de Santa. María la Real de Aranda de Duero.
Del templo destaca su magnífica portada de estilo gótico isabelino. De ella podemos decir que es todo un retablo pétreo en el que sus escultores pusieron un gran empeño a la hora de realizar su trabajo para que hoy día podamos deleitarnos con su maestría. Pero es necesario traspasar el umbral para conocer otras joyas que alberga la iglesia en su interior. Una escalera para acceder al coro cuya decoración combina varios estilos, un estilizado púlpito labrado en madera de nogal, un Cristo Yacente anónimo o varios retablos barrocos son solo algunos de los elementos a los que prestar atención.

Interior de Santa María la Real de Aranda de Duero.
No obstante todo lo anterior, lo que a mi me ha resultado más curioso de la iglesia de Santa María la Real han sido sus cuatro naves. Sí, he dicho bien: cuatro naves. Ni tres, ni cinco: cuatro. ¿Cuál es la razón de tan singular planta? Pues parece ser que al construir el templo en el lugar que ocupaba otro anterior, se planificó con tres naves, pero el resultado fue que la antigua torre se quedó un poco separada del edificio nuevo. La solución arquitectónica fue construir una cuarta nave entre la de la izquierda y la torre. Así fue como, sin pretenderlo, una solución un tanto imprevista -y hasta podríamos decir que chapucera- dio como resultado un conjunto agradable y único.

Detalle de la portada de Santa María la Real de Aranda de Duero.
Tal es la grandiosidad de Santa María, que corres el riesgo de pensar que, conociendo este templo, conoces la ciudad. Y no es así. Del mismo modo que la iglesia, con su fachada como ejemplo, muestra su belleza en altura, Aranda de Duero tiene otro tesoro a sus pies, en el subsuelo. Son sus viejas bodegas cuyas galerías se extienden a lo largo de siete kilómetros. Visitándolas podrás conocer un poco más de algunos de los viejos oficios ligados a la elaboración del vino. Y aunque este post lo hemos dedicado al arte religioso de Santa María, estando en Aranda no se puede dejar de lado el aspecto carnal, pues nos resulta imposible hablar de de esta localidad sin nombrar, aunque sea de pasada, el Lechazo, un plato que resulta especialmente sugerente en Junio, cuando se celebran las tradicionales Jornadas del Lechazo Asado.

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