Fuente de inspiración de Cervantes.
Molino de Campo de Criptana. |
Presumen los vecinos de Campo de Criptana, en Ciudad Real, de que sus molinos de viento son los que inspiraron a Miguel de Cervantes a escribir la más famosa aventura que viviera don Quijote por tierras manchegas. Utilizan para aseverar tal afirmación el argumento de que sus molinos son los más antiguos. Incluso según sostienen algunos eruditos, hay documentos que atestiguan que en el siglo XVI se contaban en esta localidad tantos molinos como la suma de todos los que se encontraban distribuidos por toda la Mancha. Curiosidades aparte, lo cierto es que el conjunto de molinos de viento de Campo de Criptana son, junto con los de Mota de Cuervo, en la provincia de Cuenca, y Consuegra, en Toledo, los más interesantes. Aunque no hay que olvidar que a estos gigantes -a ojos de don Quijote- los podemos ver en otros muchos lugares de la Comunidad Autónoma de Castilla la Mancha.
Molinos de viento de Campo de Criptana, Ciudad Real. |
Independientemente de qué molinos de viento fueran los que inspiraron a Cervantes, lo cierto es que estos pequeños colosos siguen en pie gracias a la genial aventura que tuvo el más famoso caballero que ha dado la literatura. Hace tiempo -o quizá no tanto, pues hasta mediados del siglo pasado en alguno de ellos se molía todavía grano- que estas construcciones quedaron obsoletas. Así pues, se han convertido en mero atractivo turístico, lo cual, no es cosa baladí. De todo el mundo vienen gentes a visitarlos. Tal es así que resulta muy frecuente ver grupos de japoneses fotografiándose entre sus aspas.
Maquinaria del un molino de viento en Campo de Criptana. |
Algunas de estas singulares construcciones han sido habilitadas como pequeños museos que pueden visitarse. Visita que merece la pena realizar para conocer un poco el funcionamiento de estas sencillas pero, otrora, fundamentales máquinas. Otro alberga la oficina de información turística. Incluso hay uno dedicado a la vecina más famosa que ha dado la localidad: Sara Montiel.
Cartel con el nombre de uno de los molinos de viento. |
La locura de don Quijote consistió en humanizar estos edificios convirtiéndolos en gigantes que le amenazaban con sus largos brazos. La cordura de nuestros tiempos también les humaniza en cierto modo al bautizarles con nombres tan originales como son: Sardinero, Infanto, Poyatos, Culebro... y así hasta completar los diez que forman el conjunto. De todos los nombres el que más me ha llamado la atención es el de Burleta que, parece ser, hace referencia a la mala fama que tenían los molineros por la cual, cuando les devolvían a los agricultores su trigo hecho harina, siempre les burlaban una parte del producto.
Localiza el destino en el mapa:
OTROS ARTÍCULOS QUE QUIZÁ TE PUEDEN INTERESAR: