A lo largo y ancho de la geografía española hay pueblos bellos, muy bellos diría yo, y Puebla de Sanabria bien la podemos incluir en esa lista. Ahora bien, muchos de esos hermosos pueblos son poco conocidos. Pero ese, quizá, no es el caso de esta localidad zamorana. El hecho de estar enclavado junto a la concurrida autovía Rías Bajas, junto a la circunstancia de contar con un establecimiento de la red de Paradores de Turismo, son las principales razones de la popularidad de este pueblo que apenas supera los 1500 habitantes.
Las casas de esta población están muy esparcidas por las tierras que jalonan el río Tera, no obstante, el cogollo de la población está perfectamente definido sobre una ladera que asciende hasta la cima de una colina coronada por el castillo. En esa ascensión las casas de piedra, con balconadas de madera y tejados de pizarra dan la bienvenida al viajero. Unos materiales de construcción que, tanto las viejas casas, como las de nueva planta utilizan dando al conjunto una personalidad propia.
La Plaza Mayor es el centro de toda actividad. Allí abren sus puertas el Ayuntamiento, con su magnífica fachada porticada y la iglesia de Santa María del Azogue, comenzada a construir en el siglo XII, pero que posteriores reformas y añadidos hacen difícil encontrar elementos románicos por el templo. También en un rincón de la Plaza Mayor nos encontramos con otro templo: la ermita de San Cayetano. Esta ermita, aunque no tan antigua ni tan monumental como lo es la iglesia parroquial, a nosotros no nos resulta tanto o más coqueta.
En lo más alto, como se dijo anteriormente, se yergue el castillo. Se trata de una obra militar cuya construcción fue auspiciada por los condes de Benavente, cuyos dominios llegaban hasta estas tierras. En su interior, que se puede visitar, cuenta con una sala de exposiciones. Pero la mejor exposición que ofrece el castillo son las espléndidas vistas que desde él se obtienen del valle del río Tera y la Comarca de Sanabria.
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