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Aranda de Duero y sus bodegas.

En esta población burgalesa encontrarás dos ciudades: una en superficie y otra bajo tierra.

Portada de Santa. María la Real.
Situada junto a la autovía A-1, a mitad de camino entre Madrid y las grandes ciudades del norte de España, Aranda de Duero es lugar de paso y, aunque poca gente lo hace, también es lugar de parada. Son varios los motivos que invitan a esto segundo. A saber: un interesante patrimonio cultural y artístico, una excelente gastronomía basada en el arte del lechazo asado, unas prestigiosas bodegas acogidas bajo el paraguas del Consejo Regulador  de la denominación de origen Ribera del Duero y una gran sorpresa oculta a los ojos de los viajeros estresados. Cualquiera de esos motivos citados sería  suficiente excusa para visitarla. Unidos todos, se nos antoja un hito de parada obligada.


Una plaza de Aranda de Duero en Burgos.

Entre sus monumentos hay que citar en primer lugar la iglesia de Santa María la Real. Se trata de un imponente edificio desde cuya ubicación domina toda la ciudad. Destaca por su delicada decoración la portada sur, inaugurada por el Rey Fernando el Católico en 1515. Es todo un retablo pétreo. No dejes de visitar su interior, pues allí podrás contemplar varias joyas como el retablo mayor o el púlpito plateresco.

Interior de la iglesia de Santa María la Real de Aranda de Duero, Burgos.

Por su notable presencia, correrás el riesgo de reducir tu visita a la ciudad a la iglesia de Santa María la Real. Si así lo hicieras, perderás la oportunidad de conocer otros lugares de gran interés. Por citar solo algunos ejemplos de otros sitios a los que puedes dedicar un tiempo de tu viaje te recomendamos que te acerques al Museo Sacro de San Juan Bautista, el museo de Arquitectura al Aire Libre, el Museo del ferrocarril o el Museo de Félix Cañada en la casa de las Bolas, que alberga una interesante colección de pintura.

Bodegas subterráneas de Aranda de Cuero, en Burgos.

Podríamos decir que, además de la Aranda que hemos recorrido hasta ahora con sus calles, plazas, iglesias y palacios, existe otra ciudad: la que se esconde bajo el suelo. La economía de esta población ha estado ligada históricamente a la elaboración del vino. Así lo atestiguan las lomas cubiertas de viñedos.Una parte importante en la elaboración de tan valioso líquido es su conservación en unas adecuadas condiciones de humedad y temperatura como la que ofrecen las bodegas instaladas en las cuevas laboriosamente labradas en la tierra. Por esa razón, toda la población está horadada en su subsuelo, pudiéndose afirmar que existe otra ciudad bajo tierra. Esta ciudad subterránea es de obligada visita por lo curioso de su estructura. Para conocerla, acércate a la oficina de turismo situada en la plaza Mayor. Desde allí te mostrarán un pequeño centro de interpretación y te indicarán cómo y dónde poder acceder a las bodegas. Sin duda merece la pena.

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