El viaje de la vida.

Un único destino con varios caminos.


Jesús Ángel López
No somos muy originales al afirmar aquí que la vida es como un viaje que hacemos por este mundo. Tampoco aspiramos a lograr la originalidad en este post. Solo os queremos invitar a que reflexionéis junto a nosotros sobre cómo debe ser este maravilloso viaje que nos ha tocado vivir. El destino del viaje, aunque no nos guste hablar de él, es de sobra conocido y el mismo para todos, independientemente de nuestro origen, raza, sexo o condición social. Pero el camino y los medios utilizados para la travesía pueden ser muy diferentes. Ahí está nuestra voluntad y nuestras decisiones de las que, en cierto modo, dependerá que la experiencia culmine con mayor o menor grado de satisfacción.


Una de las posibles opciones es acceder al tren de la tranquilidad desde el que con su rítmico traqueteo se puede ir contemplando como pasan las ciudades, los pueblos y los paisajes a través del cristal de la ventanilla, sin interactuar con ellos. Hasta los pasajeros que nos acompañarían durante la travesía serán casi siempre los mismos. Conoceremos sus virtudes y manías, sus temas de conversación y sus costumbres. Serán predecibles. Y eso pasará independientemente de si viajas en primera o segunda. Si el aburrimiento hace mella, con cerrar los ojos y echarse a dormir bastará. Cuando uno se quiera despertar, tal vez haya llegado al final del trayecto.


Pero hay otros caminos, quizá no tan apacibles, pero sí más divertidos y mucho más emocionantes. Bájate en la estación de cada ciudad para recorrer sus calles y sus barrios, en cada pueblo visita sus bares para entablar conversación con sus vecinos, detente en cada paisaje para escuchar el aire meciendo los árboles o las olas rompiendo contra la costa. Y cada vez que subas al tren, descubrirás nuevos pasajeros con los que charlar de las cosas que ellos vieron. Te contarán sus experiencias y te entrarán ganas de vivirlas. Sentirás pasión por la vida.

Pero esta forma de viajar -vivir- también tiene sus inconvenientes. Tendrás que perder mucho tiempo sentado en la dársena esperando la salida del autobús. Habrá ocasiones en las que llegarás tarde a la salida del tren y tendrás que esperar al siguiente durmiendo sobre un banco del andén. Y te robarán, y te engañarán, y sufrirás muchas decepciones, pues en este mundo también hay gente mala. En definitiva, muchas incomodidades que te harán sopesar si éste es el camino acertado. Pues bien, a mi me parece que sí. Todas estas incomodidades, además de hacerte sentir vivo, quedarán sobradamente recompensadas si sois capaces de disfrutar de las "inmensas" maravillas que nos ofrece esta vida.
El mundo está lleno de lugares hermosos.
En este viaje también hay que tener cuidado de no tomar los caminos equivocados.  Durante el viaje encontrarás personas que pretendieron ir demasiado rápido y, sin saberlo, tomaron el billete de un avión cuyo destino era el final del camino. Al correr demasiado terminaron el recorrido muy pronto, y por breve, no disfrutaron del viaje.

Así pues, y concluyendo estas reflexiones, aunque el destino final lo tenemos marcado, el camino de  la vida lo escribimos con las grandes decisiones que en determinados momentos tenemos que adoptar. Mi consejo es disfrutar del viaje de la vida con intensidad, pero con prudencia. Este mundo lo tenemos lleno de lugares hermosos que merecen ser visitados.

El mundo está lleno de lugares hermosos.

"El destino del viaje, aunque no nos guste hablar de él, es de sobra conocido y el mismo para todos, independientemente de nuestro origen, raza, sexo o condición social. Pero el camino y los medios utilizados para la travesía pueden ser muy diferentes."

"Mi consejo es disfrutar del viaje de la vida con intensidad, pero con prudencia. Este mundo lo tenemos llenos de lugares hermosos que merecen ser visitados."