En el corazón de una dehesa cacereña.
Paseo por la Dehesa El Baldío. |
Es creencia común considerar el turismo como una actividad agresiva con el medio ambiente. Pero la realidad puede ser bien distinta. Tal es así que, bien gestionado, el turismo, no solo no debe alterar los ciclos del medio natural, sino que además debe ayudar a su conservación. Un buen ejemplo de esto que acabamos de decir lo hemos encontrado en la labor que realiza la Fundación Global Nature en la Dehesa El Baldío, en la provincia de Cáceres. Nosotros tuvimos la ocasión de conocerles, y viendo la gestión turística que realizan, podemos asegurar que el turismo no solo no ha alterado el entorno, sino que con su presencia ayuda a la conservación de una flora y una fauna que, de otro modo, estaría condenada a su desaparición.
Vacas blancas cacereñas pastando en la Dehesa el Baldío. |
En esta finca, de unas 280 hectáreas de extensión, y a través de un programa de conservación de razas de ganado autóctonas, se conservan algunas especies como la vaca blanca cacereña, que se encuentra en peligro de extinción. Se trata de un animal que ha sido dedicado tradicionalmente al trabajo. Una vez perdida esta función debido a la automatización de las labores agrarias, y dada su escasez en carnes, este animal ha dejado de interesar desde una perspectiva económica. El número de ejemplares fue reduciéndose sistemáticamente, y posiblemente ya no existiera si no fuera por la labor desarrolladas por organismos como Global Nature.
Ovejas negras merinas en la finca El Baldío, en Cáceres. |
Otro tanto podríamos decir de otras especies como la oveja negra merina, la cabra retinta extremeña o la gallina castellana negra. También se pone especial esmero en la conservación de una flora autóctona que se desarrolle con la menor intervención humana. En definitiva, desde esta finca de Talaván se pretende demostrar que compaginar producción y conservación en la gestión de de las dehesas extremeñas es posible.
Leyendo un cartel en la Dehesa el Baldío, en Cáceres. |
Con este objetivo, un antiguo cortijo ha sido habilitado como aula de la naturaleza y albergue con una capacidad para 68 personas. Allí, además de tener la posibilidad de desconectar con la rutina diaria en contacto con la maturaleza, se pretende divulgar entre los visitantes una serie de conocimientos del medio natural y la problemática de la intervención humana sobre el mismo. Del mismo modo, podrás adquirir actitudes de sensibilidad y conciencia crítica sobre asuntos medioambientales. En definitiva, ecoturismo en beneficio de la conservación de la naturaleza.
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