REFLEXIONES DE KOFY, EL GATO VIAJERO.
KOFY, el gato viajero. |
¡Con lo poco que cuesta, lo mucho que aporta y cuántas veces se echa en falta! Me refiero a la amabilidad. Una cualidad que debiera ser condición imprescindible para todos aquellos que trabajan de cara al turismo y que, en cambio, no son pocos quienes parecen ignorarla. Camareros, recepcionistas, guías, informadores turísticos... y tantos otros que, de una forma u otra, pueden condicionar el bienestar del viajero, son capaces de amargar las vacaciones a más de uno. Además, con su trato agrio logran, a largo plazo, horadar el prestigio de un establecimiento o un destino turístico. No hay que olvidar que las buenas experiencias o los malos modos correrán de boca en boca con una rapidez pasmosa.
A poco viajado que esté uno, no le faltarán las experiencias negativas de supuestos profesionales ante los que, en vez de darles las gracias por su trabajo, parece que tenemos que disculparnos por nuestra presencia. A todos ellos les deseo larga vida para que vean como sus negocios vienen a menos, en tanto que los de la competencia prosperan a su lado. Aun así, es más que probable que su ceguera les haga pensar que ello es debido al azar, a alguna inexplicable coyuntura o vete tú a saber por qué otro misterioso motivo. Pero nunca se les ocurrirá pensar que si ellos mismos fueran más agradables con los clientes, éstos no les darían la espalda.
Del mismo modo uno lamenta, aunque no le vaya nada en ello, cómo inversiones millonarias se van al garete por culpa de un personal que, posiblemente sin pretenderlo, espanta a la clientela con unas actitudes poco amables. Remarco lo de "sin pretenderlo", pues en no pocos casos no debemos de pensar que actúan con mala fe. Simplemente se trata de un personal que está ocupando un puesto de trabajo para el que, o no ha sido formado adecuadamente, o no tiene las cualidades que cabría esperar en él.
"¡Con lo poco que cuesta,
lo mucho que aporta
y cuántas veces se echa en falta!
Me refiero a la amabilidad."
Con todos estos comentarios no estoy insinuando la necesidad de tener que asistir a intensos cursos de formación ni tampoco tener que demostrar cualidades extraordinarias en los trabajadores del sector de los servicios ligados al turismo. Nada más lejos de mis intenciones. Lo que reclamo aquí es una sonrisa en la cara de estos profesionales a la hora de desempeñar su trabajo. Así de sencillo. Un trato agradable que, a buen seguro, les aportará muchos más beneficios que perjuicios. Incluso a nivel personal, su trabajo les resultará mucho más gratificante.
También es cierto que hay clientes a los que hay que echar de comer aparte. Pero eso no sirve de excusa. El trabajador tiene que ser el que debe demostrar mayor responsabilidad y, sobre todo, profesionalidad sin entrar al trapo de clientes maleducados capaces de sacar a cualquiera de sus casillas. En cualquier caso, también sería justificable, y perdonable, que alguien pueda, en un momento determinado, perder los papeles. Pero tampoco me refiero con estas reflexiones a estas situaciones excepcionales. Son aquellos que de forma sistemática muestran una actitud y unos modales más que reprochables quienes son el objetivo de mi pluma.
Afortunadamente, pese a todo lo dicho anteriormente, no es lo habitual encontrarse ante este tipo de profesional. La mayoría de las personas que trabajan en turismo con las que me he topado me han ofrecido una gran amabilidad, por lo cual, les estoy muy agradecido. Os aseguro que de muchos de los lugares que he visitado, y ya han sido unos cuantos, guardo mejor recuerdo de las personas con las que he tenido que tratar, que de los monumentos, paisajes o demás atractivos turísticos que me sirvieron de reclamo.
¿Por qué me centro entonces en esos profesionales minoritarios de trato áspero? Pues la razón es muy sencilla. Siguiendo las teorías aprendidas en la facultad de periodismo, la noticia, lo que llama la atención del lector, siempre es lo excepcional, lo que no esperamos que suceda. En este caso lo excepcional es encontrarse con este tipo de individuos. Lo habitual, por lo tanto, es recibir un trato amable entre los profesionales del sector turístico, pues, para bien de todos, ya hace tiempo que se tiene claro que el Turismo es una importante industria que hay que mimar.