Toda una sorpresa en la comarca de Uribe.
Castillo de Butrón, Gatika, Vizcaya. |
Cuando uno emprende un viaje a un lugar que nunca antes había visitado, siempre intenta documentarse, en mayor o menor medida, sobre aquellos elementos de interés turístico con los que se va a encontrar. De ese modo, cuando se enfrenta ante los paisajes y los monumentos, la imaginación ya los tiene en parte digeridos. Pero sucede en ocasiones que en esta preparación previa se escapan ciertas estampas. Es así que cuando el viajero las contempla in situ, suponen una agradable sorpresa. Pues bien, algo así fue lo que nos sucedió cuando durante un viaje a Euskadi nos encontramos frente al castillo de Butrón, en la localidad vizcaína de Gatika.
Castillo de Butrón en el municipio de Gatika, Vizcaya. |
El castillo de Butrón tiene sus orígenes en la Edad Media, cuando las familias nobiliarias andaban a la gresca un día sí y otro también. El linaje de los Butrón construyó en el siglo XI una primera torre en el lugar ocupado por su casa solariega. Posteriormente irían reforzando la torre hasta convertirla en fortaleza. Siglos después el edificio fue abandonado y desmoronándose poco a poco hasta quedar reducido a ruinas. Así estuvieron hasta que en el siglo XIX fueron reconstruidas a instancias del Marqués de Cubas.
Detalles de la decoración exterior del castillo de Butrón, en Gatika. |
La imagen que ofrece el aspecto actual del castillo de Butrón parece la propia de un cuento de hadas. Fue reconstruido en piedra de sillería muy bien trabajada. Tanto la torre del homenaje, como las que la jalonan, ofrecen numerosos elementos decorativos propios de los castillos de Baviera. Por eso da la sensación que está como un poco fuera de lugar, pero no por ello debemos de dejar de visitarlo si andamos por la comarca de Uribe. Más bien todo lo contrario. Es uno de esos sitios por los que bien merece la pena un largo viaje.
Almenas en la torre del homenaje del castillo de Butrón, Gatika. |
Actualmente el castillo de Butrón es de propiedad privada, por lo que no es posible visitar su interior. A su magnífica estampa exterior hay que añadir la belleza del entorno en el que se ubica. Rodeado por frondosas arboledas, y levantándose sobre una pequeña colina que rodea un riachuelo, el paraje ofrece un espacio lleno de romanticismo. No hay que olvidar que en el siglo XIX, cuando fue reconstruido con el aspecto actual, el romanticismo era la corriente artística imperante tanto en España como en Europa
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