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Granadilla, un pueblo abandonado con mucho encanto.

Al norte de la provincia de Cáceres.

Torreón de Granadilla.
La provincia de Cáceres está llena de lugares con mucho encanto. Ciudades históricas como la propia capital o Trujillo, importantes centros de culto religioso como el Monasterio de Guadalupe, comarcas con una naturaleza integrada en la vida cotidiana como la Vera, el valle del Jerte o Las Hurdes, otras zonas en las que el valor paisajístico le ha llevado a ser declarado Parque Nacional como Monfragüe, incluso ciudades romanas como Cáparra. Pues con toda la variedad expuesta, aún quedan lugares inclasificables, y ese es el caso de Granadilla, un pueblo abandonado que en 1980 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico.


Plaza de Granadilla.
Granadilla es un pueblo fantasma, pero no porque sus vecinos le dieran la espalda marchándose a otros lugares en donde buscarse la vida. No. Los habitantes de Granadilla tuvieron que irse porque cuando se construyó el embalse de Gabriel y Galán, las tierras sobre las que se levantaban sus casas fueron declaradas inundables. Curiosamente esta anunciada inundación no se ha llegado a pruducir ni tan siquiera cuando el pantano ha estado al límite de su capacidad. Pero el pueblo ya se había quedado vacío. Y tal como lo dejaron, así nos lo encontramos, pero como el lugar tenía su historia, y su patrimonio, ha comenzado a restaurarse a través del Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados, convirtiéndose en un centro de atracción turística.

Cuando el viajero llega a Granadilla lo primero que le llama la atención es el robusto torreón que hay junto a la puerta de acceso. Una soberbia obra de recios sillares e imponentes matacanes a la que hay que subir. Desde lo alto se obtiene una magnífica panorámica de la población, toda ella amurallada y bordeada en buena parte por las aguas del río Alagón, remansadas en el embalse que trajo la ruina.
Vista de casas derruidas de Granadilla desde la Muralla.
Recorrer por el paseo de ronda toda la muralla, que se encuentra en un magnífico estado de conservación, es otra de las actividades que debes realizar durante tu visita. Te llevarás una idea más real de cómo pudo ser Granadilla en su años de gloria. para finalizar, desde la puerta por la que entraste al recinto debes seguir una calle ascendente que conduce directamente a lo que fue la plaza principal del pueblo. Allí, como bien puedes suponer, se erguían los edificios más nobles. Actualmente todos ellos están restaurados ofreciendo un magnífico aspecto exterior.
Calle que conduce a la plaza de Granadilla.
Tras haber dedicado el tiempo correspondiente a la visita de Granadilla,  podemos decir que es uno de esos lugares que deja una sabor agridulce en el viajero. Por un lado, uno se lleva la satisfacción de haber conocido un sitio hermoso, muy hermoso, cuya visita recomendaremos encarecidamente a nuestros amigos. Pero por otro lado, una pizca de melancolía invade nuestro ánimo al ver como un pueblo de tan buena planta ha podido llegar a esta situación. Sirve de consuelo que el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados, en este caso, está dando sus frutos.

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