Una bella desconocida.
Quizá no es una de las ciudades más conocidas de Suiza, pero sí es una de las más hermosas. Situada a unos treinta kilómetros de Berna, es fácil pasarla por alto, pero una parada, no solo es obligatoria, sino que ésta debe de ser lo suficientemente prolongada para poder disfrutarla como se merece. Su ambiente estudiantil, junto con el entramado de calles que forman su barrio medieval, la convierten en una ciudad muy atractiva.
Hay que tener cuidado de no confundir esta localidad con la homónima alemana, no muy distante, con la que, más allá de compartir nombre, nada más tienen en común. No solo se encuentran en países diferentes, sino que, tanto por su población, cono por su fisonomía, son totalmente diferentes. Pero si no especificas la nacionalidad, cuando busques información de Friburgo en Google, las primeras entradas te llevarán a tierras germanas. Tal vez sea ésta una de las razones por las que no es muy conocida.
Vista General de Friburgo, en Suiza. |
Volviendo a la Friburgo suiza, que es la que aquí nos interesa, hemos de decir que, en cierto modo, refleja el carácter plurilingüístico del país helvético. Si bien el francés es la lengua más hablada, casi un tercio de los habitantes de la población tiene por idioma el alemán. Es por ello que es considerada una ciudad bilingüe.
Vista general de Friburgo con la torre de la catedral de St. Nicolás. |
Cuando el viajero llega a la ciudad, lo primero que le llama la atención es la torre de la Catedral de San Nicolás. Sus 74 metros de altura la hacen sobresalir del resto de edificaciones. Además, como se levanta en una de las zonas más elevadas de la ciudad, la sensación de altura es aún mayor. El esfuerzo de ascender los 368 escalones que son necesarios salvar para llegar a lo alto son recompensados con las bellas panorámicas que se obtienen desde allí.
La catedral fue construida en el siglo XIII, por lo que el estilo arquitectónico imperante es el gótico. En el interior llaman la atención las vidrieras en estilo Art Nouveau que se realizaron en las primeras décadas del siglo XX.
Puente de Berna, en Friburgo, Suiza. |
Desde la catedral hay que descender al casco antiguo. Recorriendo sus calles se tiene la sensación de pasear por un pequeño pueblo anclado en el tiempo. Por la parte más baja del barrio encontrarás el cauce del río Sarine. Los puentes que lo cruzan son otro de los atractivos de la ciudad. Especialmente relevante es el Pont de Berna. Se trata de una preciosa construcción de madera que se ha convertido en todo un atractivo turístico. El Pont du Milieu, de piedra y no tan famoso, también tiene su encanto. Otro puente de obligada visita es el de Zaehringen. En este caso el interés no está en la construcción, sino en las vistas de la ciudad que se obtienen desde él. Mención aparte, y digna de ser visitada, es capilla dde Loreto.
Ponorámica de Friburgo desde el puente Zaehringen. |
Otros vestigios de su pasado glorioso son los restos de murallas y baluartes que todavía se conservan. Pero callejeando por la vieja ciudad medieval, infinidad de detalles acrecentan la belleza de un lugar que no se olvidará fácilmente. Especial atención hay que prestar a las fuentes. Son verdaderos monumentos que de tramo en tramo sorprenden al viandante. Mención aparte, y digna de ser visitada, es capilla de de Loreto.
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