Un lugar para visitar sin prejuicios.
Al noroeste de la Comunidad de Madrid, en la Sierra de Guadarrama, a solo 10 kilómetros del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial que promoviera el rey Felipe II, se halla otra construcción memorable que pertenece a Patrimonio Nacional. Es la Cruz del Valle de los Caídos. Es una obra colosal, tanto en su parte exterior, con una cruz gigantesca, como en su interior, donde se descubre una megabasílica excavada en las entrañas de la montaña. Todo ello enmarcado en un paisaje espectacular. Ahora bien, es necesario dejar a un lado las connotaciones históricas y simbólicas para centrarse en la belleza y espectacularidad del lugar.
La construcción de este singular monumento fue promovida por Franco, cuya dictadura se prolongó desde el fin de la Guerra Civil, en 1939, hasta su muerte acaecida en 1975. Su objetivo era hacer de este lugar un memorial por los caídos en su bando durante la contienda.
Actualmente hay una fosa común con más de treinta mil combatientes de ambos bandos. Incluso el propio Franco y José Antonio Primo de Ribera, fundador de la Falange, se encuentran enterrados en un espacio priviliegiado de la basílica: el altar. Este es el gran problema. Pese a haber transcurrido más de 40 años de la muerte del dictador y de la restauración de la democracia, todavía hay personas que, o bien acuden a este paraje buscando un sanctasanctórum de su idolatrado personaje, o bien se niegan a visitarlo por considerarlo un símbolo del agravio con el que el régimen franquista buscó venganza mandando trabajar en su construcción a los presos políticos de la posguerra.
Así las cosas, las disputas verbales a cuenta de este emplazamiento todavía son demasiado frecuentes. Lo más curioso es que quienes con aires más enfervorizados defienden sus tesis, ya sea en uno u otro sentido, son quienes ni conocieron ni vivieron aquellos tiempos que a estas alturas ya debieran de estar sobradamente superados. Incluso no resulta extraño ver a algún que otro adolescente, cuyos progenitores es posible que no hayan vivido otro sistema de gobierno que la actual democracia, que argumentan en uno u otro sentido en un alarde tan anacrónico como sorprendente.
Pese a todo lo explicado anteriormente, la gran mayoría de los visitantes del Valle de os Caídos, que no son pocos, son modestos turistas que solo buscan admirar in situ un conjunto monumental cuya silueta llama la atención desde la lejanía. Basta conocer sus dimensiones para hacerse una idea de su grandiosidad. La altura de la cruz es de 150 metros y cada uno de sus brazos mide veinticuatro metros.
Este paraje de Patrimonio Nacional es todavía más atractivo si se contempla el frondoso bosque que lo rodea. Conviene recordar que se localiza en las estribaciones del Parque Nacional del Guadarrama. Para completar la visita al conjunto monumental, hay que recordar que en la parte posterior de la montaña sobre la que se yergue la Cruz, existe una Abadía Benedictina y una hospedería abierta al público.
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