Un mercadillo de lo más singular.
Todos los domingos por la mañana, en el entorno de la madrileña calle de Curtidores y la plaza de Cascorro se celebra uno de los mercadillos callejeros más populares y conocidos de España: El Rastro. Esta formado por infinidad de tenderetes en los que se venden, entre otras muchas mercancías, los cachivaches más raros que se puedan imaginar. El ajetreo atrae a una importante cantidad de clientes que puede que encuentren lo que buscan, o puede que no. Lo que sí es seguro es que disfrutarán de una mañana de lo más castiza.
Todos los domingos por la mañana, en el entorno de la madrileña calle de Curtidores y la plaza de Cascorro se celebra uno de los mercadillos callejeros más populares y conocidos de España: El Rastro. Esta formado por infinidad de tenderetes en los que se venden, entre otras muchas mercancías, los cachivaches más raros que se puedan imaginar. El ajetreo atrae a una importante cantidad de clientes que puede que encuentren lo que buscan, o puede que no. Lo que sí es seguro es que disfrutarán de una mañana de lo más castiza.
Lo primero que llamará la atención a los más curiosos es el mismo nombre del mercadillo: El Rastro. Cuentan los historiadores de Madrid que allá por el siglo XV se encontraba por esta zona de la ciudad el matadero viejo de la Villa. Desde ese matadero se arrastraban las pieles a las tenerías ubicadas en la actual Ribera de Curtidores, para que los artesanos del cuero elaborasen sus productos. El rastro que sobre el suelo de la calle dejaba este portear de pieles es el que dio lugar al curioso nombre que varios siglos después sigue así de vivo.
Por aquella época, este barrio era famoso porque en él se vendían cachivaches y ropa vieja. Una costumbre que se mantuvo durante los siglos siguientes como así lo atestigua el escritor Mesonero Romanos en su libro "El antiguo Madrid" en 1861. Incluso en el siglo XXI, como pude apreciar el visitante, sigue vigente aquella vieja tradición con no demasiadas variantes.
Entre las curiosas mercancías que se pueden encontrar por allí destacan las antigüedades. De hecho, en esas mismas calles que las mañana de los domingos ocupan los tenderetes ambulantes, abren sus puertas unas cuantas chamarilerías y tiendas de antiguallas. Así pues, si interesante es recorrer El Rastro los domingos por la mañana, no lo es menos visitar esta zona cualquier otro día de la semana, cuando no hay tanta concurrencia.
Curiosas son las mercancías que te puedes encontrar a la venta en los diferentes puestos, pero también lo son los variopintos personajes que van hurgando de puesto en puesto en busca de no se sabe muy bien qué. Por todo ello el ambiente que rodea al Rastro lo hace digno de ser visitado. Tampoco faltan los artistas callejeros que amenizan con su música una lúdica jornada matutina.
Ni qué decir tiene que, como en cualquier sito en el que hay aglomeraciones humanas, no hay que perder de vista la cartera y el bolso, pues siempre puede aparecer algún desaprensivo amigo de lo ajeno. Después del paseo, nada mejor que una buena cerveza en alguno de las castizas tascas que por la zona puedes encontrar. La Casa de los Caracoles, situada en el número 18 de la Plaza de Cascorro puedes ser un buen ejemplo.
Ni qué decir tiene que, como en cualquier sito en el que hay aglomeraciones humanas, no hay que perder de vista la cartera y el bolso, pues siempre puede aparecer algún desaprensivo amigo de lo ajeno. Después del paseo, nada mejor que una buena cerveza en alguno de las castizas tascas que por la zona puedes encontrar. La Casa de los Caracoles, situada en el número 18 de la Plaza de Cascorro puedes ser un buen ejemplo.
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