A las afueras de Mdina.
Rabat creció a las afueras de la monumental localidad de Mdina, en el centro de la isla de Malta. En cierto modo se configuró en sus orígenes como lo que hoy día consideramos los barrios más modestos y residenciales de una gran ciudad: los arrabales. El atractivo más espectacular de Rabat son las catacumbas que forman toda una ciudad en el subsuelo.
Ante la grandiosidad de Mdina, Rabat queda en un segundo plano. No obstante, dado que ambos conjuntos monumentales se hallan juntos, es visita imprescindible en un viaje a Malta. Se encuentra a unos doce kilómetros de La Valleta, capital del pequeño estado.
El viajero quedará un poco desilusionado al recorrer sus calles, pues nada tienen que ver con la grandiosidad de las de Mdina. Pero el mayor atractivo se localiza en el subsuelo. A imagen y semejanza de como ocurrió con las catacumbas de Roma, en Rabat se fue excavando poco a poco una microciudad subterránea. En ella se enterraron a los muertos, pero también sirvió de refugio y escondite a los primeros cristianos para celebrar sus ceremonias y a los civiles durante los periodos de guerra.
Las catacumbas más conocidas de Rabat son las de St Paul, pero no son las únicas. También merece la pena visitar las de Santa Agatha. Entre ambas suman varios centenares de hipogeos. Lo más destacado de estas catacumbas no es tanto el tamaño del conjunto, sino su buen estado de conservación.
En la ciudad de Rabat también destaca la Domus Romana. Es el yacimiento de una antigua casa de una familia adinerada del imperio romano. Junto a ella se ha abierto un museo en el que se exponen los restos romanos descubiertos en la isla y el visitante puede imaginar como transcurría la vida cotidiana en una villa romana.
La iglesia de San Pablo, en el centro de la ciudad, es el edificio más destacado de Rabat. Bajo ella hay una gruta en la que, según la tradición, fue encerrado durante unos meses san Pablo, el llamado decimotercer apóstol de Jesús.
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