Artículo de opinión.
A las puertas del la temporada de verano, los profesionales del sector turístico no ven salir el sol. Una campaña que ya casi dan por perdida. Solo unos pocos, más con corazón que raciocinio, pretenden sacarla adelante. Solo el tiempo nos dirá con certeza cual ha sido el resultado. De momento los presagios de cara al verano no son nada halagüeños.
Según la Organización Mundial del Turismo, España es el segundo país del mundo que más turistas recibe, solo por detrás de Francia y por delante de Estados Unidos. Esta posición la ha alcanzado al haber sobrepasado el listón de los ochenta millones de turistas al año. Esta sorprendente cifra, en 2020, por razones obvias, se va a quedar muy lejos.
Ante el sombrío panorama, muchos de los destinos turísticos, especialmente los de la costa, miran al turismo nacional. Pretenden suplir con la presencia de turistas nacionales la ausencia de los foráneos. Pero ahí surgen nuevas incógnitas. ¿Será suficiente el turismo nacional para suplir la caída del internacional? ¿Están los españoles preparados y dispuestos a ir de vacaciones? ¿Tendrán la suficiente capacidad económica? ¿Les dejarán las autoridades sanitarias desplazarse por el territorio nacional? Demasiadas preguntas con respuestas de complicada resolución.
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"Es posible que algunos de los pequeños negocios regentados por autónomos que ahora están cerrados no vuelvan a abrir."
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Si se tiene en cuenta que el turismo representa en España más del 13% del PIB y que da trabajo a unos dos millones de personas. la situación es para tomársela muy en serio. Desde Europa ven con precaución el panorama y es por ello por lo que ya están buscando fórmulas para poder reactivar la campaña turística, al tiempo que se adoptan medidas sanitarias menos drásticas que las tomadas hasta ahora. En España, en cambio, al gobierno parece que no le preocupa demasiado la situación. Sobre todo si atendemos a las declaraciones como las que recientemente ha ofrecido el ministro de Consumo, Alberto Garzón, quien afirmó que el turismo posee "bajo valor añadido" al tiempo que aludía a la precariedad del turismo y la hostelería. Vamos, que el chico va de sobrado. No sé si pensarán igual quienes viven del turismo y, sobre todo, quienes ven peligrar su puesto de trabajo para esta temporada. O incluso para siempre, pues algunos de los pequeños negocios regentados por autónomos que ahora están cerrados es posible que no vuelvan a abrir nunca. Así lo han manifestado algunos pequeños empresarios como Manolo el del Bombo, que se hizo famoso siguiendo, con su tambor, los pasos de la selección española de fútbol.
Así pues, una vez que la crisis sanitaria está más o menos controlada, urge adoptar mediadas para paliar la crisis económica. Una crisis que, aunque todavía no se ha convertido en dramática, todo pinta que no va a ser "pecata minuta". Tardarán unos meses, quizá unos años, pero las consecuencias se dejarán notar. Todavía tenemos muy reciente la crisis económica de 2008 que, por lo que dicen los expertos, se va a quedar en nada comparada con la que se acerca.
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"Deberán de tomarse todas las precauciones habidas y por haber so pena de un nuevo rebrote con mayor virulencia de la crisis sanitaria."
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Por lo tanto, sí parece evidente que, aunque la crisis sanitaria no está controlada, y por lo tanto puede haber nuevos repuntes de la enfermedad, es necesario reactivad de nuevo la economía en general y el turismo en particular. Por ello no se puede impedir que el sector turístico comience de nuevo su actividad. Para ello, claro está, deberán de tomarse todas las precauciones habidas y por haber so pena de un nuevo rebrote con mayor virulencia de la crisis sanitaria. Pero la actividad turística no puede permanecer durante más tiempo estancada. Debe ir reactivándose, poco a poco, para que los ciudadanos podamos ir acostumbrándonos a las nuevas medidas de protección sanitaria que debemos implantar en nuestro día a día.
Queremos pensar que habrá una vacuna contra la COVID-19, pero mientras esta llega, que según parece no será a corto plazo, debemos cambiar muchos hábitos de vida. Debemos convivir con el coronavirus que tanto dolor ha causado. Pero no por ello debemos renunciar a seguir disfrutando de muchos placeres que ya formaban parte de nuestra vida. Los servicios derivados de la hostelería y el turismo juegan para ello un papel importante. No solo es un sector fundamental de la economía, sino que también se sitúan como unos pilares fundamentales de nuestra forma de vida y de nuestra felicidad.