En en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama
La ruta que desde Rascafría llega hasta la Cascada del Purgatorio es una de las más interesantes que se pueden realizar en la comunidad de Madrid. Discurre entre frondosos pinares, siguiendo el cauce del río Angostura o Lozoya. Según avanza en sus pasos, el caminante se adentra en uno de los rincones más hermosos que se pueden encontrar en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
La ruta parte desde el pueblo de Rascafría. Es un típico municipio serrano en el que sus 1600 habitantes ven invadidas sus calles cada fin de semana por otros tantos madrileños que tienen en él su segunda residencia. Desde el núcleo urbano parten varias rutas senderistas debidamente señalizadas por los alrededores. Una de ellas, quizá la más interesante, es la que, siguiendo las indicaciones, llega hasta la Cascada del Purgatorio. Es una ruta lineal en la que sumando ida y vuelta se superan los quince kilómetros. No es excesivamente complicada, pero si requiere cierta formación física.
Partiendo desde la localidad de Rascafría en dirección al Monasterio de Santa María de El Paular, el recorrido discurre durante este primer tramo paralelo a la carretera. Se trata de un paseo asfaltado, segregado de la carretera y todo él sombreado por los altos árboles que lo jalonan. Es muy cómodo.
El Real Monasterio de Santa María del Paular fue declarado Bien de Interés Cultural en 1876. Actualmente es de titularidad Estatal y, tras las últimas restauraciones se encuentra en un buen estado de conservación. No obstante, a lo largo de su historia ha sufrido numerosas vicisitudes a las que ha ido sobreponiéndose como buenamente ha podido. Pero más allá del patrimonio artístico que alberga, el monasterio es admirable por el extraordinario entorno paisajístico en el que está enclavado. Rodeado por espesos pinares y bajo las altas cumbres de la Sierra de Guadarrama, el escenario es espectacular.
A la altura del monasterio, el senderista debe abandonar el camino paralelo a la carretera para, tras cruzar el Puente del Perdón, dirigirse hacia el paraje de Las Presillas. Según puede leerse en un cartel situado junto al puente, este fue construido en la primera mitad del siglo XVIII, en concreto en 1738. Su promotor fue la Cartuja del El Paular y la finalidad era hacer más cómodo el tránsito entre la Cartuja y el molino situado al otro lado del río. Es un puente muy pintón, aunque la perspectiva del transeúnte no es la más adecuada para contemplar su monumentalidad.
Cuenta una vieja leyenda que el nombre del puente se debe a que los reos condenados a la horca, camino de su macabro destino, tenían una nueva oportunidad de salvarse al ser revisada su sentencia a su paso por el viejo puente medieval levantado en este mismo sitio. Junto al Puente se encuentra el Centro de Visitantes Valle de El Paular.
Siguiendo la dirección de las señales que encauzan al caminante a la Cascada del Purgatorio, el siguiente hito que encontrará es la zona conocida como Las Presillas. Se trata de un área recreativa con unas piscinas naturales. Un magnífico espacio de esparcimiento para los cálidos días del estío. Las amplias praderas verdes y las frescas aguas del joven río Lozoya congregan durante las cálidas jornadas veraniegas a numerosos bañistas.
Dejando a un lado el paraje de Las Presillas de Rascafría, el caminante debe continuar su ruta siguiendo las indicaciones y, siempre, de forma más o menos paralela al cauce del río Lozoya o Angostura. A partir de determinado punto se puede ir por ambos lado del cauce, aunque las indicaciones conducen al excursionista por el lado que deja el río a la izquierda. En cualquiera de los casos, y hasta que ambos caminos vuelven a encontrarse, el camino está trazado entre frondosos bosques de pinos silvestres. Como espectadores privilegiados de sus pasos encontrará grupos de vacas pastando tranquilamente.
Cuando los caminos que discurrían separados a sendos márgenes del río vuelven a encontrarse y se convierten en uno solo, este se vuelve más pedregoso y tortuoso. La orografía impone su leyes abruptas y el recorrido es menos cómodo. La Cascada del Purgatorio ya se encuentra próxima.
Saltando entre las rocas basalíticas, del mismo modo que las aguas del aprendiz de río, el excursionista llega al fin a la Cascada del Purgatorio. Es un salto modesto, sobre todo si se le compara con otros más conocidos. Pero el entorno es hermoso como pocos, por lo que el esfuerzo bien ha merecido la pena. Toca sentarse en cualquiera de las rocas para descansar y disfrutar del paisaje antes de retomar el camino de vuelta al punto inicial.
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