Sabor a vino en un ambiente sacro
La población de Toro se sitúa al Este de la ciudad de Zamora y es, tras la capital, la localidad más importante de la provincia. Entre sus monumentos destaca la Colegiata de Santa María la Mayor, principal reclamo del producto turístico Toro Sacro. Pero en un viaje a esta localidad no deben pasarse por alto otros monumentos ni tampoco la fama de sus vinos.
Cuando el viajero llega a la localidad de Toro, dependiendo de cual sea su lugar de procedencia, lo primero que se encontrará será, bien la puerta de Santa Catalina, bien la de la Corredera. Con cualquiera de ellas intuirá que se adentra en una ciudad pequeña, pero monumental. Y así es. Siguiendo las calles a las que dan continuidad las puertas citadas anteriormente, el visitante desembocará en la Plaza Mayor. No obstante, es recomendable comenzar la visita de la ciudad en el Alcázar. En su interior se halla la oficina de turismo en la que podrá obtener información actualizada y el plano para no perderse detalle de la visita.
A las puertas del Alcázar el viajero se topará con un verraco celtibérico. ¿Quién sabe si este indefinido animal es el origen del actual nombre de la ciudad. Así, al menos, lo proclaman algunos historiadores.
Una vez puesto en faena, la visita a la ciudad debe comenzar por la Colegiata de Santa María la Mayor, sin duda alguna, la gran joya arquitectónica de Toro. Fue comenzada a construir en el siglo XII a instancias de Alfonso VII. Combina en su fábrica con perfecta armonía los estilos románico y gótico. Desde el exterior, la estampa más fotogénica se obtiene desde el paseo del Espolón. También desde ese mirador se aprecia una extraordinaria panorámica del río Duero a la vera de la ciudad y atravesado por el puente Nuevo.
El Pórtico Norte del templo, que alcanzó la categoría de Colegiata en tiempos de los Reyes Católicos, es de gran belleza. Pero el tesoro mejor guardado de la Colegiata es el Pórtico de la Majestad. Para poder admirarlo es imprescindible acceder a su interior y para comprenderlo es recomendable atender a las explicaciones que ofrece el audiovisual que se proyecta junto a él. Sólo la posibilidad de poder admirar el Pórtico de la Majestad sería una excusa más que suficiente para desear visitar la ciudad de Toro.
En el interior de la Colegiata tampoco hay que perder la oportunidad de subir a la torre. Las vistas que se obtienen desde el campanario compensan sobradamente el esfuerzo de salvar los 138 escalones de su escalera de caracol.
Tras la visita de la Colegiata, el viajero debe dirigir sus pasos hacia la Plaza Mayor, epicentro de la vida social de la ciudad. Las numerosas terrazas de bares y restaurantes servirán de agradable pausa para reponer fuerzas con el fin de continuar con el recorrido. Quizá sea el momento para degustar un caldo de la afamada Denominación de Origen de Vinos de Toro. Sin duda, otra de las señas de identidad de la ciudad. Algunas de las bodegas admiten visitas turísticas por lo que también Toro se ha convertido en un referente del turismo enológico.
Por las calles de Toro el viajero irá descubriendo numerosas construcciones de interés. Unas de índole civil, otras con finalidades religiosas, pero todas ellas engrandecen a su manera el patrimonio urbano. Entre las primeras destacan algunos palacios como el de Las Leyes, de bella portada, o el de los Condes de Requena con dos curiosos patios bien diferentes el uno del otro.
La torre del Reloj, bajo la que se encuentra la puerta del Mercado, es otro de los grandes monumentos de la ciudad. En torno a ella se ha generado un leyenda con la que se explica su tono ocre. Dicen que tanto trabajo suponía subir el agua del Duero durante la construcción que, para preparar la argamasa, en vez de agua, añadían vino, pues lo tenían más a mano. En cualquier caso, ahí está altiva y arrogante torre presidiendo el conjunto urbano desde su no escasa altura.
La plaza de toros también merece una mención especial. Fue construida en 1828, por lo que es considerado uno de los cosos taurinos más antiguos de España.
Toro Sacro
Ojeando el plano que ofrecen en la oficina de turismo, a poco observador que se sea, se caerá en la cuenta de la gran cantidad de iglesias y conventos que se levantan en las calles toresanas. Si bien es cierto que la monumentalidad de la Colegiata deja en un segundo plano a las demás, sería injusto no dedicarles la atención requerida.
A través del producto turístico denominado Toro Sacro, se puede acceder a cinco de estos edificios religiosos, incluyendo la Colegiata de Santa María la Mayor. Unos templos que han sido museizados por lo que su interés supera con creces el arquitectónico.
Los templos que configuran la experiencia Toro Sacro son, además de la Colegiata, San Salvador, de estilo románico mudéjar y construido por los caballeros de la Orden del Temple; San Sebastián de los caballeros en cuyo interior se pueden admirar bellas pinturas murales; la iglesia del Santo Sepulcro, levantada en la Plaza Mayor, frente al edificio del Ayuntamiento; y, por último, San Lorenzo el Real, ubicado en la calle del mismo nombre.
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