Un alojamiento real y misterioso en la ciudad del Doncel
En Sigüenza, uno de los pueblos más bonitos de España, en la provincia de Guadalajara, se encuentra unos de los Paradores de Turismo más interesantes de la Red. Se trata de una impresionante fortaleza convertida en Hotel de cuatro estrellas: el castillo de los Obispos de Sigüenza. A lo largo de la historia ha sido alcazaba, palacio de obispos, breve corte de un rey, cuartel y un montón de ruinas tras la Guerra Civil del 36.
El castillo segontino se construyó en el siglo XII y ha sido alojamiento de casi todos los monarcas de Castilla, incluidos los Reyes Católicos. Fue reformado entre los siglos XIV y XVIII y ha sufrido en sus propios muros las heridas de la invasión francesa, las guerras carlistas y la guerra civil del siglo pasado.
Fue imprescindible realizar una restauración completa para poder convertirlo en Parador de Turismo pero, eso sí, intentando reproducir los trazados de planos y documentos antiguos. Se conservan las originales Capilla Románica, Portada, Torres, Patio de armas y el Salón del trono. En cambio, son de nueva planta los comedores, cafetería y las habitaciones.
Todo el castillo palaciego invita a entrar y a hospedarse en él para trasladarse con la imaginación a aquella época medieval en la que vivió sus años de esplendor. De ese modo el huésped podrá sentirse como los reyes que en su día pernoctaron en él, o los obispos que establecieron su morada en sus dependencias.
En el edificio todavía se conserva una capilla del siglo XIII. En ella se aprecian elementos de la época medieval. Se accede a esta estancia por una entrada situada en uno de los pasillos de la zona de habitaciones.
En el amplio Patio de Armas llama la atención el sencillo brocal del pozo del que dicen que comunica el castillo con la catedral. Muy típico resulta ver a turistas fotografiándose junto a él.
La leyenda del castillo de Sigüenza.
Como toda fortaleza que se precie, el castillo de Sigüenza también tiene su leyenda. Dicen que tras las puertas del castillo habita un fantasma. Una joven, Doña Blanca de Borbón, se casó, muy a su pesar, con el Rey Pedro I el Cruel. A los pocos días de celebrarse la boda, el rey repudió a su joven esposa y la envío al castillo donde fue encerrada cuatro años. Se cree que fue asesinada en Medina Sidonia, según cuentan las malas lenguas, por orden del Rey. Su espíritu volvió a aquel castillo donde se dice que aún se la oye llorar y arrastrar sus cadenas por los pasillos. El parador ha conservado la celda, el escritorio y la silla donde Doña Blanca pasaba sus días.
Salones medievales, mobiliario castellano, aposentos reales con amplias y acogedoras habitaciones y la imaginaria posibilidad de encontrarse con el espíritu de aquella joven dama es más que suficiente para pasar una sugerente noche entre los muros de este castillo lleno de historia y leyendas.
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