Una fórmula con la que revitalizar el turismo de interior
Las fiestas y recreaciones históricas son un motivo de celebración en los lugares donde se celebran. En muchas de ellas participan miles de personas que evocan algún momento histórico de la localidad. Para ello los participantes se visten como en la época y con los adornos correspondientes: armas, escudos, joyas, estandartes, banderas, gallardetes... Con frecuencia, los vestidos y complementos utilizados son elaborados de forma artesanal por los propios participantes a lo largo de todo el año para lucirlos con orgullo durante la celebración.
Los protagonistas, agrupados en asociaciones, cofradías, juntas de vecinos, hermandades y otros grupos, viven mes tras mes para su fiesta, ensayando desfiles, actuaciones, combates, representaciones y diálogos, tratando de que cada año su fiesta sea más espectacular que el anterior, sus actores luzcan más y su público quede más contento. Pero, además, algunos de ellos dedican mucho tiempo a estudiar los orígenes de la recreación, el momento histórico en que sucedieron los hechos y adaptan la representación actual a la realidad que se vivió en el pasado.
Las fiestas y recreaciones históricas tienen mucho de cultura, historia, tradición, homenaje al pasado... Pero también son un excelente reclamo turístico en sus vertientes y cualidades más actuales y atractivas: turismo cultural, de interior, rural y desestacionalizado. Todo son ventajas. En los tiempos que nos está tocando vivir, con el virus todavía acechando, la tendencia en los últimos veranos, pero también en otros meses, es viajar a lugares próximos, evitar en la mayoría de los casos las salidas al extranjero y los vuelos. Por eso un turismo de proximidad, con frecuencia en pequeñas localidades de interior candidatas a ser vaciadas, que favorezca la cultura y que se celebre fuera de las temporadas altas tiene todas las de ganar.
Las fiestas y celebraciones históricas y el turismo que promueven son creadoras de riqueza. En los lugares donde se celebran proliferan los mercadillos o mercados de época que venden artesanía, ropa, libros, bisutería o productos gastronómicos. Los restaurantes, bares y cafés, por su parte, muestran su buena cocina tradicional o de vanguardia, sus exquisitas tapas, sus vinos y especialidades y su arte en elaborar buena gastronomía. Los alojamientos, desde los hoteles con muchas estrellas a las casas rurales, pensiones y campings logran llenar sus habitaciones. Los comercios de todo tipo seducen a los visitantes con sus productos y ofertas. En general todo el mundo sale ganando, favoreciendo el turismo que es la principal industria de este país, aunque haya pasado malos ratos en los últimos tiempos.
La Asociación Española de Fiestas y Recreaciones Históricas, garante de estas recreaciones, pretende aunar esfuerzos y emprender proyectos de interés común de sus asociados. Sus finalidades son las de mejorar la calidad y enriquecer en todos los aspectos las fiestas y espectáculos que forman parte de ella, emprendiendo para ello, proyectos de promoción y difusión y estableciendo programas de contactos e intercambios. Es además un buen escaparate en el que los organizadores presentan sus proyectos y los amantes de estos eventos pueden inspirarse para futuros viajes.
Las Jornadas Medievales de Cortegana (Huelva), el Festival Medieval Villa de Alburquerque (Badajoz), la Festa da Historia de Ribadavia (Ourense), las Fiestas de Moros y Cristianos de Murcia, los Carthagineses y Romanos en Cartagena (Murcia), Astures, Pelayo nuestro Rey en Cangas de Onís (Asturias), El Regreso del Comendador en Mas de las Matas (Teruel), o la Feria Barroca de Ampudia (Palencia) son solo algunos de los ejemplos de fiestas y recreaciones históricas que se pueden encontrar por toda la geografía nacional.