Más allá de sus afamadas calas
La Isla de Menorca posee recónditas calas que la convierten en uno de los destinos más exclusivos de sol y playa en el Mediterráneo. Pero más allá de esas paradisiacas calas, como la del Arenal des Castell, en esta pequeña isla se pueden visitar lugares de gran interés turístico. Por ello Menorca es un destino a tener en cuenta para una bonita escapada en cualquier época del año. A continuación se citan algunos de los lugares que no deben pasarse por alto.
Ciudadela es la antigua capital de la isla. Prueba de su pasada condición capitalina son los numerosos palacios y casas nobiliarias que se levantan por sus calles. La catedral de Santa María, construcción religiosa más importante de la isla, también prueba la mayor relevancia que tuvo la ciudad en el pasado. Imprescindible es visitar el puerto en el que, además de sufrir ocasionalmente los efectos de la temida Rissaga, está poblado por numerosos restaurantes en el que degustar la afamada langosta. La plaza del Borne y el castillo de San Nicolás son otros dos lugares que hay que conocer
La Naveta de Tudons. Durante las edad de los metales, en las islas de Mallorca y Menorca se desarrolló la cultura Talayótica de la cual se conservan numerosos vestigios por toda la isla menorquina. Construcciones megalíticas entre las que destacan las navetas y las taulas. Como en una escapada breve es complicado visitar todos los yacimientos arqueológicos, citamos aquí el de la Naveta de Tudons, muy cerca de Ciudadela, como ejemplo más representativo de la cultura talayótica. Se trata de una construcción funeraria con forma de nave invertida -de ahí su nombre- única en el mundo.
Mahón es la capital de la isla y, por lo tanto, la ciudad más cosmopolita. Pasear por sus calles y plazas comerciales así lo atestiguan. En Mahón son visitas imprescindibles los dos mercados, el del Claustro y el del Pescado, muy dinámicos y de aires muy modernos. El Museo de Menorca, la iglesia de Santa María, con un fantástico órgano del siglo XIX o el castillo de la Mola son los principales atractivos culturales de la ciudad. Pasear por el puerto, en el que se puede disfrutar de alguna de sus numerosas terrazas es una cita imprescindible del ocio de la capital menorquina.
Es Mercadal, aunque no está muy alejado de la costa (en Menorca nada hay lejos de la costa) es un pequeño pueblo de interior en cuyas calles se percibe un ambiente tranquilo y un poco bohemio. Bellos rincones conservan este sabor añejo de tiempos pasados que son el mejor reclamo para que vengan los turistas actuales. Y con los turistas ha crecido una actividad mercantil y restauradora que generan gran dinamismo y colorido a sus calles.
Alto del Toro. Es el monte más elevado de la isla, que supera los 300 metros sobre el nivel del mar. Se accede a él desde una estrecha y sinuosa carretera que parte desde la localidad de Es Mercadal. Ha sido el punto elegido para levantar un santuario. El santuario de Ntr. Sra. de Toro. Más allá del la construcción, el lugar es de obligada visita, pues desde él se obtienen unas panorámicas impresionantes de toda Menorca. Incluso, si el día está despejado, se verá en el horizonte el perfil de la isla de Mallorca.
Cova d'en Xoroi. Situada en Cala en Porter, este rincón es de los que no olvidará nunca el viajero. Una cueva situada en medio del acantilado es el lugar elegido por el pirata Xoroi como escondite. Ahora, un avispado empresario ha acondicionado el lugar para disfrute de los visitantes y, sin duda, merece la pena pasar por caja para conocer la espectacularidad del paraje. Este lugar también funciona como local de copas muy de moda entre los turistas estivales.
Binibeca Vell. Este poblado es un complejo turístico construido en el siglo pasado intentando reproducir lo que podía ser un antiguo poblado de pescadores. El resultado es un conjunto anárquico de callejuelas formado por casas encaladas, balcones de madera y escleras imposibles, pero de indudable atractivo e interés. Es otra las las imágenes que no se borrará fácilmente de la retina de los viajeros.