Un universo cultural único
Las Ramblas de Barcelona es, posiblemente, la avenida más conocida de la ciudad Condal y uno de los principales atractivos de quienes visitan la capital catalana. Toda ella es un hervidero de gente, tanto durante las horas de luz, como en buena parte de la noche. Su fama da lugar a que los establecimientos en ella enclavados no sean precisamente económicos, pero aun con todo, es imprescindible recorrerlas.
La posición que actualmente ocupan las Ramblas era el del cauce de un río que fluía, junto a las murallas de la vieja ciudad, camino del mar Mediterráneo. Por lo tanto, el nombre de rambla cabría pensar que procede de rambla, como sinónimo de cauce de río. Pero no es así. Parece ser que el nombre de la avenida se debe a una derivación del término ramblar, sinónimo de pasear.
La avenida de las Ramblas tiene una longitud de casi kilómetro y medio. Tomando la dirección norte-sur, comienza en la Plaza de Calalunya y termina en el puerto, junto a la estatua de Colón. Aunque se toman como una unidad, las Ramblas están estructuradas en cinco tramos. A saber: Rambla de Canaletes, Estudis, San Josep, también conocida como Rambla de las Flores, Caputxins y Rambla de Santa Mònica.
Si se toma como punto de partida para recorrer el paseo de las Ramblas de Barcelona la Plaza de Catalunya, el primer punto de interés que encontrará el viajero es la Fuente de Canaletas. Pese a su discreto tamaño, esta fuente es muy conocida, ya que es en torno a ella donde acuden los aficionados del Fútbol Club Barcelona a celebrar los títulos obtenidos. Un viejo dicho afirma que quien bebe de su agua regresará a Barcelona.
Continuando por las Ramblas en dirección al Puerto, el viajero irá dejando a uno y otro lado diferentes edificios de cierta enjundia hasta llegar a otro de los puntos de parada obligatoria: El Mercado de la Boquería. El Mercado de Sant Josep, popularmente conocido como de la Boquería, es un punto en el que el tradicional mercadeo de materias primas de la cocina comparten espacio con los souvenirs que demandan los miles de turistas que a diario pasan por él.
Tras el Mercado de la Boquería, el siguiente alto de las Ramblas barcelonesas es en el mosaico de Joan Miró que se puede ver en el pavimento. Si el viajero no está atento, es más que probable que pasee sobre sus teselas sin percatarse de la obra. Un poco más abajo, a la derecha, tras una fachada moderna, se esconde el histórico Gran Teatro del Liceo. Tras el grave incendio sufrido en 1994, el edificio resurgió de sus cenizas y su interior ofrece el lujo y el glamour de antaño.
A la izquierda de las Ramblas queda el Barrio Gótico. Como todo él da de sí para organizar otra ruta turística diferenciada, ahora solo conviene salirse un poco del paseo para detenerse en la plaza Real. Esta plaza, de planta rectangular y soportales, está llena de bares y restaurantes en los que poder descansar en alguna de sus terrazas.
El final del recorrido por las Ramblas de Barcelona concluye junto al gran Monumento dedicado a Cristóbal Colón. A continuación se encuentra el puerto desde el que miles de cruceristas acceden a la ciudad para visitar la capital de Cataluña.
Más allá de todos los hitos icónicos indicados en los párrafos anteriores, algo muy característico de las Ramblas de Barcelona es su ambiente. Kioscos, terrazas, artistas callejeros de variadas disciplinas, hombres estatuas… configuran un universo peculiar que en su conjunto convierten esta arteria en un vial único.
Una precaución que hay que observar es que, como en tantos otros escenarios turísticos, a la caza de los paseantes descuidados acuden carteristas y rateros. Por lo tanto, sin dejar de disfrutar del placer de pasear por un espacio tan extraordinario, no hay que perder de vista la cartera y el bolso, pues siempre puede haber alguien acechando.
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