Huellas presentes del turismo de la Belle Époque.
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Villa Torre, en Benicàssim. (*) |
Aún recuerdo con cariño los seis meses que viví a caballo entre la ciudad de Castellón y la turística localidad de Benicàssim. Mi juventud de entonces, por un lado, y la belleza y amabilidad de los castellonenses, por otro, hicieron de esa etapa de mi vida un recuerdo imborrable. Posteriormente he vuelto en varias ocasiones y, los recuerdos se han reavivado en una población que ha sabido adaptarse a las nuevas tendencias sin renunciar a sus orígenes en esta aventura por el sector turístico. En este artículo queremos poner el acento en esos momentos incipientes de una industria, la turística, que se ha convertido en la seña de identidad y, otro más de los atractivos de este bello rincón del mediterráneo.