Morada de monjes y caballeros.
Cuando uno llega a Sigüenza por donde llega casi todo el mundo, o sea, por la carretera que une la localidad con la autovía A-2, lo primero que descubre es la mole de su impresionante castillo. Pero la ciudad tenemos que verla desde el lado contrario, desde la serpenteante carretera que asciende por una ladera camino de Atienza. Es desde ese lugar desde donde el viajero obtendrá las mejores panorámicas y podrá percibir el sentido histórico de una ciudad que se construyó a mitad de camino entre lo guerrero y lo religioso. Castillo y catedral destacan entre el caserío rivalizando en majestuosidad sin que uno pueda decir si en esa lid de gallardía hay algún vencedor.